Despreciando mi sangre, se estiró hasta infligir dolor de sien. Dolor, que antes te llamabas alegría y dejabas sonrisas como huella; dolor que protestabas cuando nadie sentía las pisadas de humo que enorgullecían tu estilo. Yo sé que ahora sabes mejor que nadie acerca de esa forma tan peculiar, para conquistar a las personas (desde la cabeza hasta el otro extremo); y si te dejo seguir, sé que pronto vendrás a mi encuentro y me dirás lo siento y yo te diré que también lo siento, que lo siento más profundo que cualquier dolor. De nada sirve que ahora queramos vernos felices, de nada sirve tu arrepentimiento, ni tu angustia anterior que se llamaba ALEGRÍA. 

Ya estoy viendo las luces amarillas. Comienza a esconderse el sol en una muesca del universo y nada detiene mis dedos hundidos en sospechas. Las próximas letras son la incógnita. Se esconde el sol y se esconde este día febril que transportó las cenizas profetas del cielo quemado, para darme el triste calor del verano; para soltar a mis ansias la amargura, la gigantesca unión de dos coloridos paisajes: el del fuego gris y el de mi aflicción. 

Mi presencia, como sombra tardía de un reflejo,
te mantenía callada. Aunque enamorada me silenciabas,
te advertí consecuencias nostálgicas.

Bien, quisiste abandonar tu periscopio seductor y
ofrecer caricias de holgazán comprensible.

¡Gracias inquebrantable melancolía!
Tus letras a mi suelo, suficientemente oprimido,
dejaron rectángulos de liviandad para devorarme.

Comprendí, entusiasmado, que sumergías mis rayos
en la paciente cascada de tus caprichos;
porque nunca lo recuerdas:
este el momento de correr el riesgo,
este es el momento para regar calles de idilio.

Mi birome es un filtro.

Muchas veces la odio; birome odiada.

Cuando deja trayectos de tinta vacíos,

cuando muere horrendamente en un punto.

Mi birome nunca murmuró un paraje encantador,

una palabra fantástica, ni siquiera un verbo cortante;

esa fue y será mi tarea.

Mi birome es un filtro porque su movimiento es limitado.

Cuando mi única mano se cansa las imágenes vuelan envenenadas

hacia quién sabe que expedición poética.



 

Ahora compadecer los entornos
aumenta de peso; el tamaño
comienza a envejecerme.


Si pudiera, desde ya, rescatar las
personas pensantes, sería
grandioso y aropiado .

"Oigame señor, solo quiero discriminar para construir mi carácter y de esta manera formular la fecilidad"