poesía indolente que esgrime pereza
pereza astutamente pronunciada
ofrenda durmiente…
¡Ay de mi si supiera con QUE me enfrento al pronunciar estas palabras injuriosas!
Quienes hablan son mis madres; quienes hablan llevan su desdén amenazador al punto de la inquietud y hasta a veces se las escucha cerca de oprobiar la cara infeliz de la algarabía. Aunque guarecen el delirio del sol, son mis enemigas. Madres y enemigas. Acechándome. He de huir para siempre del reto al peligro, he de respirar antes de que el ingenio permita olvidárseme.
(El “yo” tranquilizador se esta alejando)